Desde pequeñas nos enseñan que nuestro principe azul tiene que ser muy alto, rubio, de ojos azules o verdes, si puede ser adinerado, y que se comporte como todo un caballero. Pero de repente aparece alguien que no es tan alto, ni rubio, no tiene los ojos azules y no es rico. Y que a veces se enfada por tonterías aunque después se disculpe, y hace estupideces con tal de hacerte reír...
Entonces es cuando te das cuenta de que tú no quieres un príncipe azul, tú solo lo quieres a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario